viernes, 23 de marzo de 2007

CONSEJOS PARA ORGANIZAR SU PROPIA FIESTA DE CUMPLEAÑOS



Cuando éramos chicos, disfrutábamos màs de los cumpleaños ajenos que de los propios, porque no éramos el centro de la fiesta sino espectadores de un hermoso circo multicolor, jugábamos con otros amigos y compartíamos los juguetes, además de comer delicias dulces que no veíamos preparar durante todo el día asándonos con el calor del horno.
Los cumpleaños fastuosos eran los de 15 para las chicas,
que recibían la pulsera de dijes y las mas osadas pedían una peluca o un combinado, mientras los muchachos
esperaban los 18 para recibir una torta coronada con un cartón facsímil de la libreta de enrolamiento como ese extraño ritual tortero de los muñequitos de yeso para los novios y los jugadores sobre la granalla verde para los infantes masculinos.
Conforme crecimos, las obligaciones hicieron que muchos pasáramos el cumpleaños en el trabajo o cumpliendo alguna obligación. El ritual se fue diluyendo cada vez mas, hasta que, pasados los 35 comenzamos a evitar hablar de nuestro cumpleaños los días previos, tal vez mencionarlo como una sorpresa el mismo día que, si nos sorprendía en el trabajo debíamos llevar una bolsa de facturas o una torta.
Los solteros y las amas de casa tienen algo en común: La responsabilidad de organizar su propio cumpleaños. Algunos con la colaboración de amigos y otros con la asistencia de los deliverys. Los tiempos no están para comprar una torta para 20 personas ni 6 pizzas. Por lo tanto se recurre al trabajo, tal como lo hicieron las madres, los padres asadores de exquisiteces y todo aquel que quiso agasajar a sus amigos con una reunión.
Pero que pasa cuando estamos como Ortega y Gasset: “solos con nuestras circunstancias” y a las personas màs próximas no queremos molestar con tareas pesadas?
Pensamos en algo que “llene, sea abundante, fácil de hacer y barato”. O sea, en una comida nacional y gasolera: choripanes; empanadas; salchichas con varios tipos de ensaladas; sandwiches de jamón y queso de propia elaboración, de lo contrario el festejo puede tornarse un inconveniente gástrico.
El tema es cuando van llegando y solicitando explícitamente bebidas refrescantes y aperitivas. Comúnmente se pide “Traé una birra” y comienza una irrigación interior que solo se alivia cada 20 minutos en el baño.
La persona que cumple años (de aquí en adelante “el sujeto”), trata de involucrarse en las conversaciones de los invitados y de participar al menos de un solo tema de conversación, en el ir y venir a la cocina, se han pasado dos o más temas a los cuales no ha podido acceder.
Desde la deuda externa y quién tiene la culpa, pasando por las papeleras, a su regreso esta finalizando el desarrollo de gran hermano, y seguidamente el año electoral. En todo esto el sujeto no ha podido meter un sutil bocadillo, siendo un espectador de la situación y sirviendo con esmero a los que en su mayoría se han autoinvitado.
Pasadas al menos dos horas, el sujeto esta exhausto y llegada la ceremonia de la torta y del feliz cumpleaños y se cha cuenta que nadie intenta sujetar la cámara de fotos. Mendiga un instante que el saquen la foto con la torta que el mismo sujeto ha rellenado y embadurnado para luego tomar fotos de los integrantes de la partida.
Para esa hora, habiendo visto como todos compartieron conversaciones amistosas, el cansancio del día de trabajo lo vence junto con un par de copas del brindis. El feliz cumpleaños es ya un arrullo como lo seria la suite cascanueces o la marcha peronista.
Cuando finalmente se puede sentar y comenzar una conversación, observa con sorpresa que los participantes se levantan porque ya es muy tarde.
Mientras acompaña a cada grupete a la puerta, suenan en su mente las recientemente escuchadas estrofas del cumpleaños feliz.

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